La Cena de Elegancia.

por Rae del Cerro Floreado.

A la Paulita le gusta la miga con mayo para picar, al Mario le gusta el vino en caja para pasar el pan con mortadela, y a mí me sobra con una mesa bien puesta; un divertimento de 8 de la noche al paladar, mientras termino de preparar un plato rico y suculento.

Mi cena, la cuarta y última comida del día.

Hoy no es una noche especial; es viernes. Nadie ha ganado ni está de cumpleaños, sólo es viernes; viernes de esperar la teleserie hasta el lunes, viernes de noticias a las 9, viernes de levantarse temprano y de dormirse con la noctura, viernes cuando la cocina no huele mejor que otro días, viernes-viernes, viernes como todos los viernes en que nadie gana ni está de cumpleaños. Y este viernes hago caracoquesos.

La mesa ordenada, ambos con la mirada fija en el mantel floreado, la casa pasada a caracoquesos. Es cosa de revolverlos bien y esperar lo justo para que no queden grumos. A nadie le gustan los grumos tanto como a la Paulita. Si para su cumpleaños le hiciera una torta de grumo con arreglos en nata sería la niña más feliz del mundo. Cabra de mierda. Es capaz de calentar cinco veces un vaso de leche para cubrir cada uno de sus dedos con nata y comérsela fría. Dedo por dedo. Nata fría. No le voy a dar en el gusto. Y me dice la Mari Nieves que no exagere jamás con mi cariño, que el Mario siempre está curao y la Paulita es obesa; se comerían cualquier hueá. «Elegancia, podrías darles caca confitada y la van a disfrutar como si fuera budín de coliflor,» insiste la Mari Nieves, a quien hace unos días le cayó un pedazo de árbol en la cabeza con la incesante lluvia y quedó imbécil. No hay que escuchar a los imbéciles. Aunque digan que lo es por tacaña, para mi la Mari Nieves sólo es imbécil; guarda comida descompuesta, sus frutas parecen gatos de pelo largo, y cuando van visitas les corta el pelo y hace macedonia, su famoso postre. Revuelvo, ya casi están.

La Paulita nunca aprendió a comer con la boca cerrada. El Mario se tira flatos con olor a cantina y la Paulita se caga de la risa con comida en la boca. La Paulita está obesa y no se da cuenta porque cada mañana le digo que está un poco más linda. Es mentira. Está guatona y horrenda. ¿Qué más le voy a decir? ¿que no parí una chancha culiá, que me da asco verla comer, que me demoré demasiado en quitarle la teta, que nunca va a pololear porque es una ballena redonda y pareciera que se humecta el rostro con mantequilla? Cara de chancho, le digo en secreto, y a ella siempre, «mijita linda, coma lo que quiera.» Y se come lo quiere, como una marabunta selvática o prehistórica. El Mario, que es tierno hasta con las putas, nunca la corrigió. Sonríe como un tarado cuando la Paulita juega con él y le pregunta si quiere paté. Sabiendo lo que viene, el Mario siempre le dice que sí, y la guatona asquerosa le muestra su bolo alimenticio; gorda culiá, fea, maleducada y desconsiderada. Yo se que en el fondo al Mario le da pena tener una hija fea y por eso toma. Come lento, como los borrachos tristes, esperando entre cada cucharada a que se duerma lo que tanto duele y le impide tragar. A mi esa hueá me da pena; preferiría que estuviera en otro lugar que le gustara, que la Paulita no fuera rubia ceja negra, que fuera un poco feliz lejos de aquí. 1 minuto y ya están. La Paulita tiene otro juego nauseabundo: los sabores. Mezcla manjar con mayo y le da una cucharada al Mario, quien debe adivinar los ingredientes de la repugnante preparación. Al otro día el Mario y su diarrea; diarrea de curao y diarrea de enfermo. Pendeja mala, se caga de la risa exhibiendo el puré de miga con mayonesa entre sus dientes, la lengua rosada por el jugo de berries, y los dientes de dragón, como ella llama a las babas espesas que unen sus labios.

Ya está.

Pongo tres platos en la mesa. La guatona se relame, el Mario tiene cara de pena. Gorda conchasumadre y gil culiao. El olor a caracoquesos se siente hasta en Burkina Faso.

Mañana la Mari Nieves va a entrar a la fuerza.

Mañana no será sábado.

Braulio del Descampado dice: «Este texto fue leído por la Natcha para dar inicio a la segunda Náusea del Pueblo, el 3 de julio del 2009».

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La Náusea del pueblo vol.II

Yo hago canciones preciosas con lo que me encuentro por el suelo.


Viernes 3 de julio a las 20 hrs. Bar La Picá 3 (Lira 743 casi esquina 10 de julio). $1000.

Para la señora Elegancia, la cena es la comida más importante del día porque es la última. Y como tal, celebra un festín cada noche con quien quiera sentarse a su mesa siempre pensando que al otro día podría amanecer muerta.

En esta segunda versión de la Náusea del Pueblo los invitamos a la mesa de la señora Elegancia. Y como se va a morir prontito porque es vieja y fea, haremos de esta cena un espectáculo vertedero lleno de música y literatura. Comeremos con la boca abierta mientras leemos textos delicados, recordaremos las panas que nos comimos cuando chicos y pensaremos en que todo siempre queda bien armadito con jalea de pollo.

¡Atentos al coctail de basura!

La música estará a cargo de las bandas:

Las Horregias http://www.myspace.com/horregias

C a l http://www.myspace.com/bandacal

Los Secuestrables http://www.myspace.com/secuestrables

Renovando el cuadro artístico de los Escatológicos, destacamos las lecturas de Carlita de Manjar y textos sorpresa de una persona excelsa. Además el amigo Mario preparará un número de décimas marginadas, puteras, pero tímidas. No promete comer mocos, pero hará lo que pueda.

Y como siempre, Madame Eduviges estará leyendo el tarot a luca en una de las mesas.

Madame Eduviges

¡Los esperamos!

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Soy la náusea, tú me has creado

Salió la luna a esconderse. Y cuando se esconde, son las noches de papel las que inician la fiesta de los excesos. Las estrellas, como débiles y esquivas ampolletas, no titilan para los que se pierden la fiesta, o al menos no lo hacen en sus pechos. Nuestros pechos están hinchados de una tortura estelar, brillantes en la ansiedad y la gula existencial. Es que si no hay una luna para nosotros, nos perdemos en un infierno exquisito y destapamos otra botella para saciar la sed imperecedera. Existe una herida que no cicatriza con otra cosa, es entonces cuando me doy cuenta de que el alma es árida como el peor de los desiertos, y siento correr el liquido por mi cuello porque me gusta imaginar que me desbordo.

Siempre permito que la cerveza me infle la barriga en el desorden y la euforia de una noche sin luna. Quiero morir en ella pero soy sensible y lloro algunas veces cuando me doy cuenta de que ya nada importa, que no existe la cumbia que quieras escuchar. Lloro, porque siempre lo hago cuando no estoy riendo convulsivamente. Soy de papel yo también, soy un mártir egoísta y desagradable, y así mismo, soy la inmundicia por enterrar las manos en la tierra cuando me ciega el alcohol al vagar la furia sin rumbo. No cabe duda, el alma se agrieta cada día que pasa, cada noche que me escapo del frenesí desquiciado al hombro de otro borracho pendenciero de su placer. Los borrachos… los borrachos que más quiero son la pesadilla de la noche, mis amigos en el vandalismo romántico, la calle y el desastre, los que se quieren morir conmigo y destapan botellas con los dientes; los que odian amando y abrazan otra vez la fiesta enferma en secreto, como si fuera un delito al que reincides sin saber por qué; nuestro delito en una gota de vino que resbale por la garganta, nuestro delito en la basura que escarbamos y que juramos propagar.

Si sólo pudiera vomitar bonito… soy la náusea del pueblo, un ruido espumoso en la garganta. Llora, crápula, llora, traidor del espanto. Llora abrazando fuerte la loza fría del guáter, como si se fuera a llevar la fiesta que te va quedando. Si al menos pudieras vomitar con la gracia de un pájaro, regurgitar; entre las ramas de un árbol espeso volverte amarillo con él y amarillo tu vómito sea su otoño. Patéale el hocico a quién te diga que ya basta. Porque nunca es suficiente, y la sed es escurridiza. Yo pienso que la nuestra está cerca del corazón, escondida tras el lagrimal de un asesino despiadado.

El último escupo en la taza,

alcaparras en la boca.

Vomitando nada,

vomitando el mundo dentro de una caja de cartón.

Miro hacia atrás y veo que todo se ha vuelto tan malditamente apocalíptico. Le echo la culpa a la suerte, y que la suerte me despierte otra vez si es que quiere que lo haga. Le echo la culpa también de mi amor envenenado cuando no le gusta la canción que le dedico pero le gusta que la amordace. Me parto en dos y no sueño. Sólo duermo la siesta, y la fiesta la reservo para los que me llamen por mi nombre.

La náusea del pueblo

Por El Chancho

vomito

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La Náusea del Pueblo Vol.1

Abraza fuerte la taza del guáter, para que sólo sea ella la que se lleve tu fiesta y nadie más. Y no te duermas, que te perderás el regodeo más desgarrado del último tiempo; La Náusea del Pueblo Vol.1.

Con el sabor del último gargajo en los labios, tendremos un espectáculo licencioso que combinará la basura y los excesos en todas las artes, este 8 de mayo desde las 21hrs (somos puntuales). El lugar, La Picá 3 (Lira 753, esquina 10 de Julio), un espacio ya conocido por ser oscurito, barato y lo más importante; es una especie de santuario de la ranciedad.

La bandas invitadas son:

No Te Salves
Música de Cañerías
La Palabra Que Menos Te Guste
Oveja Negra
Horregias
Bulto Poeta

El cuadro artístico de LOS ESCATOLÓGICOS ofrecerá números variados:

– Exposición de fotografías a cargo de la Oveja y la Carlita de Manjar.
– El dueto chileno-japonés Karekaka Karaoke.
– Lecturas del grupo poético Los Carlos Valdovinos (Carito Castillo, La Natcha, la Gárgola y el Chancho)
– Tarot a luca con Madam Eduviges.
– La destacada participación de La Artista, que expondrá algunas de sus obras y las de sus seguidores.

Todo esto por mil pesos.
Los esperamos.

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